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Un heladito bajo el sol

El otro día iba manejando mientras pensaba que quería escribir sobre algo, pero no sabía sobre qué. Siento que a veces puedo escribir días de días seguidos, y a veces sólo no puedo escribir una palabra. De repente pasa algo que te abre la cabeza y medio desata la imaginación y sabes que quieres escribir algo sobre lo que acabas de ver. Al menos eso me pasa a mi.

Empecé hace dos semanas a hacer ejercicio y a comer sano -porque por qué no- y de repente, un día, voy manejando, en un calor de mierda, malgenia, cansada de la universidad y le veo a esta man: camisa polo blanca y un jean azul azul azul bien ajustado, la man es caderona, tiene el pelo recogido hecho cola y de paso está puesta una diadema azul. Lame un heladaso, un Coqueiro, se le va chorreando por la boca y por la camisa polo blanca, y se nota claramente que le vale un huevo. Supongo que como yo, las demás personas que también están atoradas en el tráfico le ven a la man y saborean el helado y le tienen una envidia terrible. Yo le tengo una envidia terrible, porque obviamente, si estoy hecha la fit no me puedo pegar ese helado. Alguien dígame, ¿qué es más rico que pegarse un helado bajo ese sol maldito? Nada, esa es la respuesta: absolutamente nada puede ser mejor.

Luego, otro día, voy manejando, saliendo de algún callejón en el que andaba metida y veo la luna llena llena llena. Hermosa, enorme, brillante. Ya sé que a veces la luna puede ser un cliché, pero, ¿y? La luna en serio es hermosa, se le puede contemplar horas y todo va a seguir bien. Voy manejando a lado de la cordillera y empiezo a ver cómo la tarde empieza a caer. En Quito el atardecer es increíble. Sí, de verdad ín cre í ble. Se pinta de rosado, se mezcla con el celeste, se hace anaranjado, la cordillera se ve hermosamente contrastada y para cerrar con broche de oro: la luna llena nos sigue en el transcurso de la manejada. ¡Aaaah! Quisiera tener la cámara a la mano y poder hacer una foto sobre todo lo que estoy viendo para que alguien me crea, siento que nadie me va a creer cuando le diga lo que estoy viendo, parece de otro planeta -literal-. Decidí que voy a empezar a cargar la cámara a todo lado de nuevo.

Voy caminando con audífonos en la universidad abajo de ese sol de medio día que es para sudar esta vida y la otra. Le escucho al Fito Páez decir que siempre fue un hippie, que preferiría andar borracho y cantando en el subte y entonces me adentro en esta especie de fantasía. De repente toda la gente que camina a lado mío desaparece y empiezo a imaginarme toda la historia de la canción, le veo al man feliz en el subte tratando de camuflar su fama y es entonces cuando me empiezo a imaginar a mi. Me veo desde arriba, en algún plano que esté hecho con alguna grúa (¡ja!), caminando por la calle y sonriendo, sin poder evitar que mis palmas choquen mis piernas al ritmo de la canción. Qué felicidad siento.

Quito, 2017

Del álbum Cotidianidad

Últimamente me da por sentirme frustrada por una cantidad de huevadas que en serio no valen la pena -en serio-. Luego me siento un rato a analizar las cosas y me doy cuenta que no todo es tan malo como parece. Hoy llegué medio malgenia de la u, tenía hambre, sed y ansiedad de un chocolate -soy extremadamente adicta al chocolate-. Me eché y empecé a ver Lady Bird con mi mamá. Caché que también esto es la felicidad: zamparme un chocolate, ver una película en pijama, sentir que mi mamá -y mi gata, la Lulú- están conmigo. Capaz uno de estos días me pego un helado en la calle, por el simple hecho de darme ese gusto y quitarme la gana -y la envidia-. Capaz el domingo saco la cámara y me voy a tomar fotos en algún lado. Capaz sólo decido dejar que cualquier cosita deje de malgeniarme y me decido por ser feliz. Sencilla e ingenuamente feliz.

Ps. Si alguien se anima, escriba en los comentarios qué es lo que le hace así de feliz. :)


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