Tratar de no pensar
Hace rato que no escribo y es porque siento que no tengo mucho que decir. Hay ratos en los que mi cabeza se queda en blanco y otros en los que va a mil por hora. Tengo lapsus en los que vienen memorias tan fuertes a mi que lo mejor que puedo hacer es solo tratar de no pensar. No quiero pensar en nada porque a veces no pensar es mejor. Trato de vivir el día a día, trato de convencerme de que la vida tiene que seguir así y no vale la pena regresar a ver el pasado, pero es difícil y es ahí cuando el no pensar se vuelve casi imposible, porque el tratar de no pensar en algo es ya un pensamiento.
La mejor forma de vaciar todos los pensamientos que vienen a mi es dejarlos salir en la escritura. Entonces sólo quiero desahogarme en mi computadora porque talvez, las palabras habladas no saldrían de la misma manera.
Trato de no pensar en nada de lo que pasó hace ya siete meses: la muerte del Payán, que parece ser la única excusa válida que tengo para seguir escribiendo. Trato de no pensar en lo que la muerte significa y en por qué tuvo que ser de esa manera. Trato de no pensar que la vida es injusta y que el Payán debería seguir aquí a lado mío más que nadie en este mundo. Nos faltó tanto por hacer y tanto por vivir. Nos quedaron tantas cosas pendientes y lo único que pienso es en hacerlas por él y para él, por ningún otro motivo.
Trato de no pensar en su risa, en sus ojos enormes, en sus historias. Trato de no pensar en qué hubiera dicho el Payán de mi documental, o del paro que hubo recién, o de todo lo que pasó con él mismo. ¿Qué diría el Payán sobre su muerte? Estoy segura que estaría indignado de haberse muerto por una bala. Estaría indignado con mi tío por habernos dejado sin él y sobretodo por no dejarle vivir más para que pueda ver cómo nos va en la vida. Justo tres semanas antes de que se muera, el Payán dijo que esperaba vivir unos cinco años más, a lo que yo le contesté que él iba a vivir fácilmente hasta los cien años. Se rió y me dijo que ojalá, porque tenía pena de morirse algún día, y que quisiera seguir viendo cómo crecemos. Se murió a los ochenta y tres años, pero estoy segura que él llegaba a los cien.
Trato de no pensar en que el Payán no se murió. Al Payán le mataron. Le mataron años de malas decisiones colectivas. Le mató la indiferencia, los errores, la compasión. El Payán tuvo cáncer a sus ochenta años y sobrevivió, venció la quimio y salió más fuerte que nunca de ella. El Payán tuvo un accidente de tránsito hace años, cualquier persona se hubiera muerto en un accidente de ese tipo, pero él no, él sobrevivió. Trato de no pensar en que entonces el destino del Payán no era morirse de ninguna otra manera, si no de esta solamente. Asesinado por una bala. Trato de no pensar en que el destino es un hijo de puta sin compasión alguna, porque el Payán se merecía la muerte más digna e indolora del mundo y no fue así.
Trato de no pensar en tantas cosas y me es imposible. Cada vez que paso por un cementerio los días del velorio vuelven a mi. Cada vez que veo un programa de televisión en el que hayan pistolas todo vuelve a mi. Cada vez que alguien habla de enfermedades mentales todo vuelve a mi. Cada vez que salgo y veo a un adulto mayor con sus nietos el Payán vuelve a mi, y el sentimiento de envidia y nostalgia también. Por eso, supongo yo, que es mejor no pensar. Tratar de mantener la mente en el presente justo y ya. Tratar de sonreír y no darle chance a la tristeza, porque si se le da el mínimo chance entonces no hay vuelta atrás. Tratar de seguir viviendo el día a día. Tratar de seguir escribiendo como terapia, porque de algo, por más mínimo que sea, debe servir. Tratar de ni si quiera tratar de no pensar.